martes, 25 de mayo de 2010

LA VENTANA DEL MAYOR . (11)

LA CULTURA TRADICIONAL DEL ENVEJECIMIENTO

Vamos a señalar algunas de las características comunes propias de las personas mayores:


1º.- Las relaciones sociales de las personas mayores se empobrecen con respecto a las mantenidas en los períodos de la vida anterior. La edad cronológica, los años, por un lado agrupa a los individuos mayores de edad y por otro desconecta de los grupos de edades distintas, siendo prácticamente inexistentes las relaciones intergeneracionales entre el segmento joven y el segmento mayor de la población.

2º.- Las personas mayores tienen un territorio especifico, como clubes y hogares, lugar donde deben estar, creados y financiados por el resto de la sociedad. Se reduce la libertad de movimiento, se acorta los espacios físicos, apareciendo el aislamiento social. En ellos se agrupan muchas personas mayores jubiladas, en donde se sienten más indiferentes a su estado social ya que aquí “somos todos iguales” Se ofrecen actividades instrumentales de ocio, a partir de las cuales, los mayores ordenan cronológicamente sus vidas y fomentan las relaciones sociales, pero con una salvedad: no son los mayores sino el resto de la sociedad, los que lo determinan. Se crean redes de relaciones interpersonales que les permite organizarse como segmento social parcialmente desligados del resto de la colectividad, que les margina.

Otros territorios donde se refleja la falta de estructura interior del colectivo de personas mayores los tenemos en los espacios al aire libre: parques, paseos, plazas urbanas, bancos públicos, que actúan como atalayas de observación de la vida cotidiana, y lugar donde tomar el sol; sin olvidar las estaciones de ferrocarril, de autobuses, de metro y los mercados, que posibilitan el poder “disfrutar” del movimiento de la gente.

3º.- Con la edad se modifica, en las personas mayores, la relación del hombre con el tiempo, tanto existencial como libre. En este sentido hay que hacer una aclaración: la diferencia entre tiempo libre y tiempo desocupado. El tiempo libre es el que queda después de haber cumplido las obligaciones laborales que llenan el tiempo ocupado en el periodo de vida activa, productiva. Pero cuando no existe tiempo obligatoriamente ocupado, como es en el caso de las personas mayores jubiladas, tampoco existe tiempo libre, por lo que las personas mayores disfrutan de “tiempo desocupado”.

4º.- Las personas mayores están sumergidas en un “continuum” temporal indiferenciado sin secuencias temporales. ¿Y esto que significa? Pues que lo que hacen las personas mayores con el tiempo es “usarlo”; mientras que en la vida productiva del adulto, el tiempo se “consume”. En este sentido es conveniente delimitar entre “tiempo autónomo”, organizado por la persona que lo usa; y “tiempo heterónomo”, organizado por otros.

5º.- La sociedad concede a las personas mayores mucho tiempo desocupado, pero no les da los medios materiales para utilizarlo. Las personas mayores no constituyen un grupo pionero de nuevos valores y formas de tiempo desocupado, como contrapunto a una sociedad productiva. El “tiempo desocupado” no sirve a las personas mayores para modificar su posición social; solo sirve para rellenar el vacío de los días y horas, sin sentido, situación que conduce a la poca diferencia en los modos de utilización del tiempo.

Todo lo que acabamos de analizar se ponen de manifiesto a partir del momento de la jubilación que es cuando oficialmente la persona adulta se hace mayor y se sitúa en el contexto de la cultura de las personas mayores, con el efecto de producir una aparente homogeneización en las personas a partir de una edad cronológica, fijada arbitrariamente, en base a los avances tecnológicos; los intereses patronales; e incluso del deseo que tengan los propios trabajadores, de conservar sus puestos de trabajo

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