viernes, 27 de agosto de 2010

LA VENTANA DEL MAYOR . (36)

LA PROMOCIÓN DEL VOLUNTARIADO DE LAS PERSONAS MAYORES

Nos encontramos con un importante colectivo de población, con unos niveles económicos aceptables, sin los problemas de salud de antaño, y con 15 o 20 años por delante, después de la jubilación, que se encuentran socialmente marginados y desplazados, pero disponiendo de amplios conocimientos y experiencia. Su participación puede ser muy útil.

Y sin embargo las personas mayores no tienen un papel específico en la sociedad. Prima el modelo juvenil y todo lo que venga de la tercera edad es rechazado. Como declaraba hace ya algún tiempo el presidente de los geriatras y gerontólogos españoles el doctor Guillen: “En una sociedad en la que prima el poder y la belleza, los ancianos no tienen sitio”.

La situación puede ser especialmente problemática cuando se produce la jubilación, ya que al abandonar el trabajo, se produce un vacío que debe ser llenado y adaptarse a una serie de rutinas que en parte se desconoce, y que en muchas ocasiones produce importantes problemas psicológicos, que afectan a su salud y calidad de vida.

Por ello, es fundamental realizar actividades, que faciliten las relaciones, romper el aislamiento, el encerrarse en sí mismo. Se logrará sentirse vivo en el mundo, mediante el contacto con los otros.

Hasta fechas muy recientes, las asociaciones relacionadas con las personas mayores sólo se ocupaban de la asistencia a este colectivo, mostrando una falta de interés por incorporarlos como voluntarios, en actividades de participación.

Sin embargo, en la actualidad, cada vez más, interesa el voluntariado, no sólo para que el mayor sea protagonistas de su propio desarrollo, sino por la enorme cantera de recursos humanos que puede aportar, con una amplia disponibilidad horaria, cubriendo tareas donde es difícil encontrar otro tipo de voluntarios.

La incorporación como voluntarios de las personas mayores supone importantes ventajas, al concienciar a la población de la importancia de las personas mayores, logrando una mejora de su papel e imagen social, difundiendo al mismo tiempo los valores de solidaridad y de voluntariado. Además con su participación en tareas voluntarias de carácter humanitario e interés social, se romperá con las ideas de inactividad e inutilidad que a menudo surgen en estas personas, logrando que se sientan útiles e integrados en el medio, previniendo riesgos de marginación social y de deterioro fisiológico.

No podemos olvidar, que diversos estudios parecen demostrar que el adecuado empleo del ocio de las personas mayores, influye sobre la percepción de satisfacción en la vida. Hay una fuerte relación entre voluntariado y satisfacción en la vida.
No obstante, no es nada fácil implicar a las personas mayores en organizaciones y labores de voluntariado. Tradicionalmente la jubilación esta asociada a pasividad. Ya se han realizado suficientes cosas en la vida, por lo que el mayor considera que debe ser receptor de servicios, más que prestador.

Las personas mayores no tienen entre su experiencia de vida el voluntariado, y para ellos es algo que no va con su “estilo de vida”, no hecho para ellos, sino para personas jóvenes con un alto grado de sacrificio y compromiso. Entre sus alternativas de ocio, el voluntariado, para la mayoría es algo lejano e impensable. La participación social es, en principio, algo que se plantea sólo una minoría, aunque si se orienta como una forma de ser útil, o de sentir que no se está acabado, y de poder aportar la experiencia, la base de potenciales voluntarios aumenta considerablemente.

Sin embargo, si realizamos el planteamiento como una fórmula donde pueden aportar su experiencia, donde les sea reconocido su valor y sus capacidades y al mismo tiempo puedan desarrollar relaciones que les hagan salir de su aislamiento y de ese sentimiento de exclusión, es posible que nos encontremos con la sorpresa, de que un número mucho mayor del que en principio podíamos esperar, estaría dispuesto a participar como voluntario. Participar no es únicamente cumplir con un deber de solidaridad con la sociedad, sino un modo de no sentirse al margen, de no sentirse viejo o que uno ya no vale nada. Por ello, el mensaje para captar personas mayores debe transmitir la idea de la organización como un marco en el que se reconoce y valora la experiencia de las personas mayores. Se trataría de apelar a lo útil, a las potencialidades, o sea, al saber y experiencia de los mayores.

Como ejemplos, entre otras muchas alternativas, podríamos destacar como posibles actividades del voluntariado de las personas mayores:

La enseñanza de su experiencia en colectivos jóvenes: De este modo se ponen los conocimientos y capacidades de las personas mayores a disposición de colectivos infantiles y juveniles.

La captación de otras personas mayores: Participando en las campañas de captación de personas mayores, transmitirán a éstos un modelo a seguir, haciendo más fácil su compromiso como voluntario.

Actividades en centros de personas mayores: Promoviendo en estos centros participación de sus miembros en actividades que dinamicen a este colectivo, fomentando la solidaridad.

Proyectos con personas del mismo colectivo: Organizar mediante la cooperación de voluntarios una red de ofertas de pequeñas colaboraciones domésticas, en régimen de intercambio entre las personas mayores del mismo barrio, ayuda a domicilio, etc.

Abuelos sustitutos: Recuperar un espacio relacional propio de las personas mayores, que es la relación abuelo-nieto, mediante el cuidado de niños cuyos padres trabajan fuera del hogar y que deben permanecer solos durante espacios de tiempo.

Oficinas de información y atención a las personas mayores: Atender al colectivo de personas mayores de un determinado barrio o zona, informándoles sobre cualquier tema de interés, facilitando su acceso a los recursos disponibles y a todas aquéllas ofertas de servicios personales que tengan en su zona y puedan ser de su interés.

jueves, 26 de agosto de 2010

LA VENTANA DEL MAYOR . (35)

Género y envejecimiento.GGénero y envejecimiento
Género y envejecimiento

Queda patente que aunque las mujeres mayores constituyen una parte importante e imprescindible en el proceso del envejecimiento, llevan a sus espaldas la mayor parte del trabajo en el ámbito familiar y sin embargo no disfruta de las condiciones de calidad de vida e igualdad de oportunidades que deben estar garantizadas en cualquier sociedad y especialmente en las sociedades democráticas

Se construye una división cultural, es decir, un conjunto diferenciado de prácticas, ideas y discursos, que crea un marco propio para las mujeres, y las posiciona en un lugar desfavorable en comparación con los hombres, ya sea en lo laboral, personal o de reproducción.

La generación actual de mujeres mayores ha vivido condicionada por la tradición, con ausencia de poder, por el sometimiento al padre y al marido. La sociedad asignó unos roles muy diferentes según género. Lo femenino se construye fundamentalmente en torno a la reproducción biológica y social en el seno de la familia, mientras el papel exclusivamente productivo y “externo” al hogar familiar, define la masculinidad. Conlleva pues distintos espacios donde estar según género: la mujer, en el espacio doméstico y el hombre, al no tener dicho espacio, por ser tradicionalmente femenino, buscan otros, tras jubilarse.

Esta diferenciación de funciones desencadenó, a su vez, una serie de restricciones sociales a las mujeres, cuya consecuencia fue la infravaloración social.

En este punto hemos de poner de relieve, la importancia de que las mujeres mayores reconozcan y valoren todo lo que han hecho y saben hacer. Al haber dedicado su tiempo a actividades domésticas que están desvalorizadas por no estar integradas en el mercado laboral, ello lleva consigo un efecto negativo para muchas mujeres, ya que aquello que ha sido lo central en sus vidas, el trabajo doméstico, carece de valor. Todo lo que han hecho, y hacen, se diluye en el día a día, no se traduce en “producto”.

Y aunque se ha producido un progresivo acercamiento entre las posiciones de ambos sexos - incorporación de la mujer al trabajo, con los cambios asociados a este hecho; mayores ingresos; más relaciones sociales; mejora del nivel educativo, etc.- las desigualdades respecto a los hombres persisten en la vejez. Tienen su origen en diferencias económicas, educativas, de salud, y de rol. Ello lleva consigo que la pobreza, la soledad y la salud etc. expresan de manera contundente, las diferencias entre las mujeres y los hombres mayores, en lo que respecta a la calidad de vida.

Llegado este momento, hay que desprenderse de los viejos esquemas que han servido para hacer invisibles a las personas en la última etapa de la vida y, en especial, a las mujeres. Disminuye la preponderancia que hasta ahora había tenido el sexo como eje en la distribución de roles, y crece la importancia de la edad como criterio diferenciador. Hasta hace poco, el sexo y la edad eran determinantes para predecir algunos de los comportamientos más importantes de los individuos, como su posición familiar, su grado de autonomía económica o sus capacidades físicas, es decir del papel y de la posición que detentan en el conjunto social.

No obstante, aunque el sexo no se puede cambiar ni tampoco la edad, si puede ofrecerse a la sociedad una nueva imagen del hecho de ser hombre o mujer y de las oportunidades que la sociedad brinda a cada uno para conseguir sus propias metas y en definitiva ser feliz

El aumento de la esperanza de vida va a ir acompañado de unos estándares de salud mucho mejores y las mujeres mayores de los próximos 20 años, beneficiarias de las nuevas posiciones feministas, se enfrentarán a la vejez con experiencias laborales, económicas, familiares, de poder y estatus diferentes a las de sus predecesoras y, por lo tanto, dispondrán de mayores recursos económicos, sociales e intelectuales que ellas.

Todo ello exigirá una redefinición de los roles tradicionales relativos a la pareja, la familia, el trabajo remunerado, el dinero, el sexo, etc.

Con ello se abren numerosos interrogantes con el objetivo de conocer el nuevo significado de las posiciones de las mujeres y de los hombres, a lo largo de todo el ciclo vital. Los roles de genero en las nuevas generaciones de mujeres tiende hacia la igualación

Pero no tenemos que olvidar, que si vivir más años conlleva el estigma de una vejez escasamente valorada, lo cierto es que las mujeres que lo padecen se enfrentan a él mucho mejor que los hombres, con una soltura que en el futuro tendrán que agradecer quienes están a las puertas de tales edades. El resultado es el menosprecio por los conocimientos y habilidades de esas mujeres, simplemente porque no están avalados por una acreditación académica y por no tener como finalidad el mercado de trabajo.


Enrique Pozón Lobato, Doctor en Ciencias de la Educación. Catedrático (jubilado) Ponente del Aula de Mayores de la Universidad de Málaga

domingo, 22 de agosto de 2010

LA VENTANA DEL MAYOR . (34)

Dejemos hablar


Enrique Pozón Lobato, ex profesor y ex Secretario General de la Universidad Laboral de Córdoba. Ponente del Aula de Mayores de la Universidad de Málaga

En el presente artículo, vamos a poner de relieve, situaciones y cuestiones, unas anecdóticas y otras, que recogen la opinión de personas mayores sobre el proceso de envejecimiento.

El otro día al salir de mi casa, para coger el ascensor, me encontré con un vecino que iba acompañado de su nieta, con apenas tres años. Me dirigí a ella y le pregunte ¿Dónde vas con el abuelo? Pero antes que la nieta contestase, el abuelo respondió: “la niña no me llama abuelo sino “pepe”. Entonces yo, sacando mi vena pedagógica, me acerque a la niña y le dije. “mira, este hombre que tiene cogida tu mano, es el padre de tu madre, es decir, tu abuelo”. Y ahora viene lo mejor. ¿A que no se imaginan lo que me contesto la niña, la nieta?. Su respuesta fue definitiva. Dirigiéndose al abuelo le dijo: “vamos pepe”. Ante esta situación pensé: “A estas edades no se debe tener conciencia del transcurrir del tiempo. En la niñez, la vejez no existe”

Cuando yo tenía, más o menos 50 años, e impartía enseñanza de Física y Química, entregue a los alumnos al finalizar la primera clase del curso, un cuestionario para que contestando a las preguntas contenidas en el mismo, reflejasen su opinión sobre mi persona y como profesor. Uno de los alumnos, en edad comprendida entre los 14 y 15 años, con toda sinceridad y franqueza manifestó en una de sus respuestas, que no esperaba encontrar como profesor, a una persona tan mayor y tan vieja como yo. Me quede de piedra, pero desperté y me pregunte ¿Qué criterio o indicador habrá seguido el chaval para llegar a tal conclusión? Me incliné por pensar que me definió como viejo por el solo hecho de tener 35 años más que él. Las distancias en el tiempo para envejecer se acortan cuando uno es joven: uno de 18 años considera viejo a otro que tiene 30.

Y ahora les hago a Vds. la siguiente pregunta ¿Cuál es en estos momentos la postura de cada uno de Vds. con respecto a su propio envejecimiento?

Esa misma pregunta se la hice, como ponente del Aula de Mayores de la Universidad de Málaga, y a través de un cuestionario, a un grupo de alumnos de la misma, con edades comprendidas entre los 55 y 80 o más años. A continuación vamos a conocer algunas de las opiniones recogidas.

“La percepción del envejecimiento es algo relativo, ya que es un calificativo que se aplica a casi todo lo que existe sobre la tierra, y puede usarse despectivamente”

“Hay quien considera que le han hecho mayor sus hijos, sus nietos y todos los nacidos después de él”

“Acepto tranquilo el envejecimiento aun con la certeza de las mermas que vamos adquiriendo, lo que supone pérdida de facultades físicas y psíquicas”.

“No puedo definir el envejecimiento porque nunca pienso en él, como tampoco en la muerte, aunque se que las dos cosas forman parte de mi vida”

“Para mí, el concepto de persona mayor es ideal para calificar desde pequeño, a las personas que tenían 10 años mas que yo”

“Creo que el proceso del envejecimiento se desarrolla sin que uno se de cuenta. Te lo dicen los demás”

“El envejecimiento me ofrece la oportunidad de adquirir nuevos conocimientos, compartir, vivir. Etapa tranquila, en la que puedes hacer aquellas cosas que no pudiste hacer en etapas anteriores como: estudiar, asistir a conferencias, relacionarse, escribir, pasear, ser miembro de un club de lectura, o de una asociación de jubilados, participar y ayudar a otros en labores de voluntariado, deporte, cultura”

“El conformismo en todas las etapas de la vida y sobre todo cuando hemos dado a la sociedad lo que pedía de nosotros, es perjudicial para el cuerpo y la mente”

“El cambio provoca cambio. Ha de ser cambiando lo que debe ser cambiado. La vida da oportunidades durante la vejez, siendo posible cubrir sus pérdidas con otras actividades que están alrededor de uno, hasta el final de nuestros días. Solo hay que buscarlas con actitud activa, con interés, adaptándose a los cambios”.

“Hay cosas que me cuestan un gran esfuerzo, o tanto me cuesta, que no las intento realizar”

“Para algunos de los consultados, la población envejecida es esa gran masa de jubilados que desaprovechan sus capacidades jugando al mus o al domino, toda la tarde”

“Procuro estar relacionado con el entorno social, busco compañía que me complace, y sobre todo la tertulia”

“Según mi forma de pensar hay que ser críticos, comparado los tiempos anteriores con los actuales, evolucionando, adaptándose, no estancándose. La personalidad no cambia pero si las formas de ver las cosas”

“Siento interés no solo por sobrevivir sino por participar. Intentare estar a disposición para organizar y participar en actividades con personas mayores. Es una forma de mantener una actitud creadora”

“Acepto mi situación actual, con tranquilidad, sin preocuparme de las pérdidas físicas e intelectuales. Otras motivaciones me compensan”.

“Las personas mayores necesitamos: aprender a envejecer; preparación para la jubilación; superar esas asignaturas pendientes, que son muchas como: recibir la enseñanza básica o cultura general que no se pudo conseguir en su momento; lograr conocimientos complementarios a los que ya se posee, en particular música, baile, corte y confección, punto de cruz, historia, arte, ciencias idiomas; conseguir un mayor nivel académico, con la obtención de un primer titulo, o un segundo, en el sistema formal o reglado de la enseñanza; aprender cuestiones que faciliten la adaptación a los tiempos actuales etc.”.

Sabemos que una persona que es activa si se encierra en casa, aunque salga a pasear o lea un libro, no puede aguantar. Veamos algunas opiniones:

“Yo me agobiaba, me aburría, tenía que tener una obligación, no estar parado.»

«Para mí es interesante ocuparme de algo que suponga una continuidad, puntual y llevadera, de la actividad que venía desarrollando, sin traumatismos, ni obligaciones”.

“No me hubiera gustado jubilarme sin haberme buscado una manera de poder seguir haciendo algo, no en plan especulativo, sino por mantenerme en activo. No tenía decidido qué actividad realizar, ni tampoco me preocupaba ganar dinero.»

“Algunos explican que la razón de su comportamiento es para poder seguir siendo útiles a los demás”

«Creo que dentro de nosotros tenemos algo que nos impulsa a transmitir a la sociedad lo que hemos ido acumulando. Sentía una necesidad de hacer algo por los demás.»

“Cuando la jubilación se presenta a una edad no esperada la situación es especial. Es el caso de muchas personas en la actualidad se han visto obligadas a jubilarse debido a la reestructuración de la economía. A edades tempranas han debido hacer frente a esa situación, y han necesitado ocupar su tiempo.

«Me retiré a los cincuenta y cinco años. Pensé: a los cincuenta y cinco años me jubilo, con lo que duramos ahora, que llegamos hasta los ochenta, me tiro yo aquí veinticinco años tocando el violón. Iba a acabar cazando moscas.

La actividad en las personas jubiladas está siendo cada vez más estimulada, por razones diversas: como medio para mantener o mejorar la salud, el bienestar y las relaciones sociales, así como forma de integración social. No son ajenos, sin duda, otros motivos menos desinteresados, como promover un voluntariado que pueda llenar ciertos huecos que dejan los sistemas formales de para procurar su integración social.
Expuesto los criterios de personas mayores respecto al envejecimiento y jubilación, les hago una pregunta “¿Se puede ser persona mayor sin llegar a viejo”?. Escuchen:
Vd. es mayor cuando se pregunta ¿vale la pena?. Vd. es viejo, cuando sin pensar responde que no
Vd. es mayor cuando sueña, Vd. es viejo, cuando apenas consigue dormir.
Vd. es mayor cuando todavía aprende; Vd. es viejo cuando ya no enseña.
Vd. es mayor cuando consigue hacer ejercicio, Vd. es viejo cuando casi todo su tiempo lo pasa sentado o acostado.
Vd. es mayor cuando el día que comienza es único, variable; Vd. es viejo cuando todos los días son iguales
Vd. es mayor cuando en su agenda tiene proyectos y obligaciones que cumplir hoy, mañana, pasado, la semana que viene…; Vd. es viejo cuando su agenda esta en blanco y solo vive pensando en el ayer
La persona mayor trata de renovarse cada día que comienza, el viejo se detiene a pensar que ese puede ser el último de sus días y se deprime, porque mientras el mayor fija la vista en el horizonte donde el sol sale a iluminar sus esperanzas, el viejo tiene cataratas que miran las sombras del ayer. El mayor puede tener la misma edad cronológica y fisiológica que el viejo. Las diferencias están en el espíritu y en el corazón. Que todos vivamos larga vida y nunca llegar a ser viejo, y el que es viejo que aprenda a disfrutar como mayor, cada momento de su vida.


jueves, 19 de agosto de 2010

LA VENTANA DEL MAYOR . (33)

PLANTEAMIENTO GENERAL DE LAS ESPECTATIVAS DE LA VEJEZ



ENRIQUE POZÓN LOBATO

Doctor en Derecho, Doctor en Ciencias de la Educación, Ponente del Aula de Mayores de la Universidad de Málaga, ex Secretario General y ex profesor de la Universidad Laboral de Córdoba



La vida, además de su vertiente biológica es una empresa personal, una articulación entre el pasado – memoria -; el presente – decisión -, y el futuro – proyecto -.

Para la opinión pública aunque sensibilizada, la vejez sigue siendo una asignatura pendiente. La ignorancia sobre la vejez es generalizada.

Nuestra sociedad ha sido seducida por la juventud. Nadie lanza un mensaje que diga ¡que grande es ser persona mayor¡ como si el ser mayor fuese una edad en la que no se puede contribuir al bien común.

En la práctica social, al considerar a la juventud como un estado deseable, se produce una clara discriminación, que conduce a catalogar a la personas mayor, como un “inútil social”, que ha de disimular y negar su propia identidad, intentado competir en el mismo plano con los mas jóvenes.

¿Pero es posible anular la edad o detener el proceso del tiempo haciendo realidad la idea de que “uno no es viejo hasta que quiere”?

Llegar a viejo es ya el horizonte normal en la vida de los ciudadanos. El envejecimiento afecta en la actualidad a algo más de siete millones de personas mayores de 65 años, lo que supone el 16,75 de la población total española. A ello hay que añadir el fenómeno del sobreenvejecimiento, con un aumento de octogenarios y centenarios.

Ello conduce al planteamiento de dos cuestiones: la necesidad de la resocialización del mayor, con una educación para el cambio; y la atención a situaciones de dependencia, que conlleva la pérdida de autonomía Se busca hacer compatible la longevidad con la autonomía personal y calidad de vida – más vida a los años –.Los impactos del progreso como consecuencia del avance tecnológico, introduce nuevos elementos de cambio social que influye profundamente en la vida de las personas mayores.

La sociedad valora a las personas mayores como una categoría independiente, separada como grupo, con características propias y comunes y a la que la sociedad le administra su bienestar y diversión, actuando como cuidadores. Los mayores están más tutelados que respetados, más dirigidos que orientados, recibiendo trato de favor que les hace perder autonomía, aportación, responsabilidad, exigencias, obligaciones y compromisos.

Esta situación conduce a que las personas mayores no encuentren una parcela en el marco de la cultura contemporánea, no aceptando lo que recibe y lo que es peor, no actuando para conseguir sus propios objetivos. Se contempla vulgarmente como una realidad que afecta sólo a una parte de la población. Supone una situación de crisis entre la aspiración natural al crecimiento y las pérdidas que se presentan con la edad.

Por nuestro propio interés hay que cambiar la idea de vejez para que la sociedad adquiera una mentalidad abierta que supere prejuicios y actitudes negativas.

Si se mantiene el prejuicio al referirnos a las personas mayores, de que ellas son el problema y yo, es decir la sociedad, la solución, desembocaremos en una situación en que las personas mayores serán menos receptoras, sujetos pasivos, abocados a la dependencia, a la perdida de autonomía, expropiados de sus respuestas.


Por el contrario se ha de provocar en las personas mayores significados para vivir, convirtiendo el envejecimiento en una etapa activa, creativa y esperanzada. Toda persona lleva en su interior el deseo profundo de realizar algo que tenga sentido, encontrando valores que den explicación a su existencia.

La etapa de persona mayor ofrece la oportunidad de cambiar el rumbo de un proyecto de muerte por un proyecto de vida. Pero nuestra sociedad no está éticamente madura para comprender a las personas mayores como proyecto de vida.

Las imágenes y noticias que ofrecen los medios de comunicación no corresponden a la realidad actual de las personas mayores, no contemplándose suficientemente en el discurso educativo, un enfoque cultural de los mayores, con actitud participativa, autorealizable, intelectual, con amplios espacios para la creación, recreación e intervención.

Desde la educación la persona es un ser inacabado, en todos sus aspectos y dimensiones, ya que su desarrollo necesita de ella – de educación -, a lo largo de su vida, para adaptarse a situaciones nuevas. De lo contrario quedará amarrada al pasado, impermeable a los cambios.

Persona y educación son, en definitiva, inseparables, siempre que el ser humano opte por lo bueno y valioso, ante la pluralidad de posibilidades que se le ofrece. Educación que pone a disposición de las personas mayores conocimientos actualizados que les permita comprender el mundo contemporáneo, respondiendo a sus intereses. Se acepta que la educación es el gran instrumento para mejorar la calidad de vida de las personas mayores

Se piensa que las personas mayores no son capaces de entender los nuevos avances tecnológicos, y que existen muchas cosas que no pueden hacer. Y sin embargo en el futuro, la sociedad que proclama los valores relacionados con la juventud e identifica el envejecimiento con la decadencia y la marginación, se vera amenazada por el hecho de que las personas mayores serán cada vez mas, dispondrán de mejor salud, con una atención sanitaria universal, un buen nivel económico y sobre todo un mayor nivel cultural, con un mayor peso en todos los ámbitos, mucho mas dinámicas, mejor informadas, con variedad de opciones de ocio y tiempo libre.

En definitiva a la vejez se le ha dado significados negativos y positivos. Para los primeros la vejez es antesala de la muerte, etapa degenerativa del ciclo vital, en la que predomina los fenómenos involutivos. Etapa sobreprotegida, considerando a la persona mayor como subespecie de caridad.


Los significados positivos de la vejez, consideran a esta etapa como un momento especial de la vida, en que se decantan todas las experiencias obtenidas; se logra el equilibrio espiritual buscado durante la existencia; gran oportunidad para el despliegue de actividades y tareas que faciliten la participación social.

La imagen positiva del envejecimiento, ha de reflejar: la creatividad, la necesidad de actualizarse, valorando lo mejor de cada momento, de amar la vida, disfrutando de sus nuevas posibilidades a nuestro alcance, como algo inherente a la condición del ser humano a lo largo de toda su existencia; la participación de forma activa y comprometida en multitud de organizaciones y proyectos solidarios, con la esperanza de conseguir un mundo mejor; la superación de los estereotipos consumistas y reconocer que la belleza y prestigio social, están conectados con el desarrollo integral y coherente de la personalidad, a lo largo de toda la vida; y que la vejez tiene unos valores – gerontocracia -, como la experiencia, la prudencia, la constancia, la sabiduría, la reflexión, la tradición… Y en una sociedad que ha reducido el conjunto global de valores a los de utilidad, placer, eficacia, fuerza inmediata, capacidad para dominar e imponer un orden, ha olvidado los valores destacables en la vejez, como el sincero detalle del cariño, el silencio contemplativo, el diálogo sin prisas, la verdad, el bien, la belleza, el dolor enamorado…

En la vejez considerada como una etapa más del crecimiento humano, se ha de plantear la consecución de cuatro objetivos, para alcanzar la plenitud de las personas que envejecen:

1º - Ayudar a un ser frágil – se necesita vivir -.

2º.- Reforzar sus mundos vitales – se necesita saber para que vivir -.

3º.- La vejez es el inicio de un nuevo proyecto – ya no importa tanto vivir a pesar de la vejez, sino de vivir con la vejez para los demás -.

4º Autoorganización – lo importante no es lo que se tiene, sino lo que se construye con lo que se tiene -.

A manera de conclusiones, ponemos de relieve:

Lo importante es que el ser humano se prepare para la vejez, si es posible, bastante antes de que llegue el atardecer de la vida, evitando así el miedo a la soledad, la tendencia al aislamiento y el temor a los achaques

No es una falsa ilusión o terrible ironía, la posibilidad de seguir creciendo y desarrollando cuando uno es persona mayor

No se puede afrontar la vejez mediante la búsqueda de soluciones inexistentes que la hagan desaparecer pero si su aceptación serena en un marco de suficiente autonomía.

El Dr. Gregorio Marañón se hacia estas dos preguntas: ¿Se podrá luchar contra la vejez? ¿Llegará un día en que el hombre muera de viejo sin estar viejo?.

A estas dos interrogantes él contestaba: “creo que llegará ese día, y no me parece que este muy lejos. La lucha contra la vejez no es conservar la vida sino mantenerla con eficacia, con cierto vigor. Que todos vivamos una larga vida y nunca lleguemos a ser viejos, y el que se crea viejo que aprenda a disfrutar como mayor, cada minuto del día”.

Y en una publicación de 1952, a los 72 años de edad, se expresaba así: ”Vivir no es solo existir… sino existir y crear… saber gozar y sufrir… y no dormir sin soñar….descansar es empezar a morir”

Ramón Menéndez Pidal en Papeles de Sor Armadans (1959), escrito a los 90 años de edad, sostenía: ”No debemos empezar pronto la senectud, sino al contrario, rebelarnos contra ella en todo lo que la rebeldía puede ser sensata, no dejando decaer la actividad vital, no dejando decaer el amor a las obras comenzadas en la juventud, dando calor a las ilusiones de razonable esperanza”


Por último, Julián Marías decía: “El envejecimiento es el lado soleado de la vida, de manera que sea fecundo y estimulante residir en él”




lunes, 9 de agosto de 2010

LA VENTANA DEL MAYOR . (32)

Predicar con el ejemplo


Enrique Pozón Lobato Ponente del Aula de Mayores de la Universidad de Málaga


Los días 25 y 27 de Enero de 2010, en el Salón de Actos del Paraninfo de la Universidad de Málaga, y dentro del programa dirigido a los alumnos de 3º curso del Aula de Mayores de dicha institución, desarrollamos en dos lecciones, la ponencia sobre “LAS TRES REVOLUCIONES DEL ENVEJECIMIENTO Y SU INCIDENCIA EN LA GESTIÓN BIOGRÁFICA DE LAS PERSONAS MAYORES” dentro del Módulo Expectativas del envejecimiento.

Vamos a recoger, solamente, la primera parte de la exposición, a manera de INTRODUCCION

“Buenas tardes.

Antes de comenzar el desarrollo de la ponencia sobre el tema “Las tres revoluciones del envejecimiento y su incidencia en la gestión biográfica de las personas mayores”, quiero que reflexionen sobre algunas consideraciones, para que puedan comprender mejor, el significado de nuestra intervención.

“Si quieres comprender el envejecimiento intenta cambiarlo. Cambiar es ganar y perder. Dejar algo antiguo y añadir algo nuevo. Si queremos cambiar una situación, debemos también cambiar nosotros, las percepciones que tenemos sobre esa situación, en nuestro caso, la de ser persona mayor”

“Como personas mayores, debemos continuar siendo activas en campos que pueden considerarse extensión de nuestras ocupaciones o aficiones anteriores. Y que la acción educativa tenga su base en la experiencia y en los conocimientos que ya poseemos”

El comprender el envejecimiento para intentar cambiarlo, es lo que me ha movido en estos últimos trece años, desde la fecha de mi jubilación – 1 de Octubre de 1996 – a continuar activo en campos que pueden considerarse extensión de mis ocupaciones o aficiones anteriores. Ello me permite PREDICAR CON EL EJEMPLO

También los mayores tenemos que decir algo a los mayores, a los menos viejos y a los jóvenes.

Por mi edad, 78 años, llevo ya 13 jubilado. Y aquí estoy, intentando transmitiros información y conocimientos sobre una etapa del ciclo vital, como es la vejez.

Me vais a permitir, sin ánimo de enfatizar méritos, que ponga de relieve unas breves connotaciones, para justificar mi presencia como ponente en el Aula de Mayores de la Universidad de Málaga: Catedrático de Física – Química (jubilado); Doctor en Veterinaria y Licenciado en Derecho. Finalice mi actividad docente después de 40 años dedicado a la enseñanza, en todos sus niveles, jubilándome el 1 de octubre de 1996.

Llegado ese momento me pregunte: ¿Hay vida después de la jubilación?.

A partir de 1996, un vez jubilado, continué con la tarea que había realizado durante mi vida profesional: seguir estudiando, investigando y enseñando. Asimilé el acto administrativo de la jubilación, e intente no desengancharme, no desvincularme, de lo que había sido la esencia de mi vida.

¿Qué me importaba a mí que el legislador me apartara de compromisos y obligaciones retribuidas; y que en el contexto social se valorase al hombre por lo que produce durante su vida activa, más que por su valor en si, como ser humano?

Y aunque nadie antes me había puesto al corriente del contenido de la realidad de la vejez, consideré que tenía que seguir “vivo” en la sociedad y que no me debía doblegar ante el ímpetu del legislador y por la forma de pensar del colectivo societario. En la cuna de la jubilación comencé una “segunda vida”, amamantado por la ilusión y el coraje de seguir activo en el entramado social.

En los primero días de mi reencarnación simbólica, una vez jubilado, me matriculé en los cursos monográficos del doctorado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Málaga. Era el mes de noviembre de 1996. Después de seis años de estudio e investigación, y ya con 72 años, fui investido Doctor en Derecho, en Junio de 2002.

Pero pensé. ¿Y ahora que? Mis instrumentos de trabajo…, la inteligencia, la memoria, la constancia, la obligatoriedad, la responsabilidad, la autonomía, la creatividad… permanecían intactas, como recién engrasados.

Si conocen el Campus de Teatinos de la Universidad de Málaga, habrán observado que frente a la Facultad de Derecho esta la de Ciencias de la Educación. En este centro docente fije el segundo de mis objetivos para dar contenido al mí tiempo desocupados, como consecuencia de la “molesta” jubilación.

Me pregunte: ¿Porque no matricularme en los cursos monográficos del doctorado en la Facultad de Ciencias de la Educación y conseguir un nuevo titulo de Doctor?. Sería el último eslabón de mi itinerario académico. Mis deseos se hicieron realidad. En Febrero de 2006, con 75 años, obtuve el titulo de Doctor en Ciencias de la Educación, con la calificación de sobresaliente “cum laudae”.

En una entrevista que me hicieron el 31 de Enero de 2008, para el diario “CORDOBA”, ciudad que me vio nacer y crecer, el periodista encabezo su artículo con el siguiente texto: “Con 76 años y tres doctorados, no se conforma y parece va por el cuarto.” Yo conteste que no. Que el empezar otra vez los cursos monográficos y la preparación de una nueva tesis doctoral, supondría seis o siete años más, lo que me llevaría a los 83 años. Eso sería una osadía por mi parte.

En 2006, una vez obtenido el grado de Doctor en Ciencias de la Educación, me plantee un compromiso con la sociedad: enseñar, que es lo mío. ¿Y enseñar que y como?.

Un día, en el tiempo de los dos cursos monográficos previos – 1998 – 2000 -, antesala para obtener el doctorado en Ciencias de la Educación, el catedrático, profesor Dr. D. Miguel López Melero de la Universidad de Málaga, que con posteridad fue el director de la tesis doctoral, me invito, como alumno del doctorado y quizás por la edad, a que le acompañase a Estepa, pueblo de la provincia de Sevilla, para intervenir en un acto cultural en el que yo debía hablar sobre el envejecimiento. Por aquellas fechas tenia 70 años. Dicho profesor estaba seguro de que algo tendría que decir al respecto.

Mi contestación fue afirmativa. Le acompañaría y participaría en el acto cultural de referencia. ¡Pero iluso y atrevido de mí¡. Al intentar preparar el tema sobre la vejez, etapa del ciclo vital en la que me encontraba, resulta que poco o nada tenía que decir desde un punto de vista doctrinal, científico y empírico, fruto de la investigación. Tenía, eso sí, mis propias vivencias, mi experiencia. Pero eso se me antojaba ridículo, y poco serio, dada la heterogeneidad del problema. ¿Cómo hacerla extensible a todo el colectivo de personas mayores?.

Esto me hizo pensar que llegue a viejo sin conocer las exigencias de esta nueva etapa. Ante tal panorama mi respuesta definitiva para intervenir en Estepa fue que no, justificando la negativa de la mejor manera posible, pero sin descubrir la verdadera causa: mi desconocimiento sobre el tema.

Conocía, por mis estudios, cuestiones relacionadas con las Ciencias “Física y Química”; con la Agricultura y Ganadería; con el Derecho y con la Pedagogía, pero era un perfecto ”analfabeto” en Gerontología, es decir en aspectos relacionados con el proceso del envejecimiento y la vejez. Esta fue la razón por la cual elegí como materia para dar contenido a mi tesis doctoral en Ciencias de la Educación, un estudio profundo sobre el envejecimiento y la vejez.

El contexto donde efectuar mis estudios e investigación, lo encontré participando como conferenciante, invitado por el Dr. López Melero, en el Aula de Mayores de la Universidad de Málaga, en 1999. El resultado fue mi tesis doctoral sobre “EDUCACIÓN Y UNIVERSIDAD EN EL MARCO DE LA CULTURA DE LAS PERSONAS MAYORES”

En el acto de investidura de nuevos doctores de la Universidad de Málaga, curso 2006 – 2007, la Rectora de la misma en sus palabras de felicitación, resalto la necesidad de proyectar a la sociedad, los conocimientos adquiridos, fruto de la labor de investigación. Consecuentemente nació en mí, la responsabilidad de transmitir los fundamentos del envejecimiento activo a la población de personas mayores.

Primero fue a través de conferencias organizadas por distintas instituciones, destacando el papel de los mayores en la sociedad del siglo XXI. Más adelante mediante artículos publicados en revistas especializadas y periódicos, que a su vez han sido y son recogidos en Internet, donde disponemos de un blog, desde el año 2008, y página Web. También en TV, con guiones para un espacio titulado “Ventana del Mayor”, que se mantiene en la actualidad con mas de 70 programas emitidos. Y por último nuestra intervención como ponente del Aula de Mayores UMA desde 2007 primero en el programa para Fuengirola , y en el presente curso en Málaga.

Y una vez hecha la presentación me vais a permitir deciros tengo la sensación de que todos los que acudís a este aula de formación abierta como alumnos, sois personas con distintas motivaciones e inquietudes, pero interesadas por la información y participación, con una satisfacción personal concreta.

Cada uno de Vds. como persona individualmente, constituye una confluencia de diversas culturas que les ha ido conformando a lo largo de la vida, desde la niñez hasta la madurez

Personas mayores de formaciones culturales muy diferentes, por el genero; tal vez con finalidades y proyectos de vida diversos; y seguramente, con creencias, gustos, intereses y experiencias de vida variados.

Aquí y ahora, en esta misma aula, se entremezclan muchas culturas. Se cruzan la cultura de la mujer, frente a la cultura del hombre; la cultura de unas personas con más posibilidades económicas y otras con menos; una cultura de unas personas más cultas, y otras que han tenido menos posibilidades de acceder a ella; unas con unos valores y creencias y otras con preferencias bien distintas.


Pero esta diversidad de culturas que hay en esta aula, lejos de ser un obstáculo, es el modo de enriquecernos mutuamente.

Vds. encarnan las experiencia y la sabiduría. Pero la vida es un proyecto permanente de aprendizaje, hasta el último momento. Siempre aprendiendo, buscando, para poder compartir ese aprendizaje con los demás. Maestros del pasado, aprendices de futuro.

La lucha contra cualquier manifestación de segregación producida por el hecho de ser mayor, es la lucha contra el rechazo de aquellos que piensan que las personas mayores son seres caducos, inservibles, estorbos de hijos y “carga” para la sociedad. Es el rechazo del predominio de unas culturas sobre otras.

El objetivo de esta lucha: buscar nuevos valores para que las personas mayores y su cultura sean consideradas como proyecto de vida y no de muerte. A veces las personas mayores piensan que están llegando al principio del final y su proyecto de vida se torna en proyecto de muerte.

Otros sin embargo mantienen su lucha por la vida y la autonomía, incluso en las condiciones mas adversas. Estamos convencidos que en el siglo XXI el gran revulsivo cultural va a venir por la rebelión de las personas mayores contra una sociedad que les margina como seres inútiles e inservibles.

Julian Marias decía: “El envejecimiento es el lado soleado de la vida, de manera que sea fecundo y estimulante residir en él”

Ramón Menéndez Pidal en Papeles de Sor Armadans (1959), escrito a los 90 años de edad, sostenía: ”No debemos empezar pronto la senectud, sino al contrario, rebelarnos contra ella en todo lo que la rebeldía puede ser sensata, no dejando decaer la actividad vital, no dejando decaer el amor a las obras comenzadas en la juventud, dando calor a las ilusiones de razonable esperanza”

Y Gregorio Marañón, en una publicación de 1952, a los 72 años de edad, se expresaba así: ”Vivir no es solo existir… sino existir y crear… saber gozar y sufrir… y no dormir sin soñar….descansar es empezar a morir”

martes, 3 de agosto de 2010

LA VENTANA DEL MAYOR . (31)

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Imagen positiva de la vejez

Artículo publicado en el Diario Córdoba de fecha 31 de Diciembre de 2009.


El pasado día 20 de Diciembre aparece publicado en “Opinión” del Diario Córdoba, un artículo titulado “Reflexiones de la vejez”.

En su texto, sin considerar el contexto donde están contenidas, que considero correcto, se recogen frases como estas:

“Enaltecimiento retórico de la tercera edad”; “la conciencia de que hacerse viejo es un engorro”; “vejez estación otoñal de la vida”; “sabidurías de los retornos”; “de la molesta vejez a la segunda juventud”; “el desvanecimiento esencial de la vejez es el cierre de las perspectivas u horizontes que nos brinda la razón vital en otros momentos del existir”; “ausencia de un autentico futuro creador al no tener por delante como en la mocedad, un abanico de proyectos”.

Ante este enfoque tradicional, vamos a perfilar otra forma de ver la vejez: el modelo activo del envejecimiento, ampliando así la perspectiva sobre este biosegmento de la población.

Para la opinión publica, aunque sensibilizada, la vejez sigue siendo una asignatura pendiente, ya que la ignorancia sobre esta etapa de la vida, es generalizada. El llegar a viejo es ya el horizonte normal en la vida de los ciudadanos. Por nuestro propio interés hay que cambiar la idea que se tiene de persona mayor, para que la sociedad adquiera una mentalidad abierta que supere prejuicios y actitudes negativas

Nuestra sociedad no está éticamente madura para comprender a las personas mayores como proyecto de vida. Para ello se ha de pasar del modelo tradicional de la vejez como etapa deficitaria, en donde todo es pérdida y deterioro, consecuencia tanto de los cambios biológicos, psicológicos y sociales que se produce en el individuo que envejece, como por la visión distorsionada del colectivo societario, con sus mitos, estereotipos y prejuicios, a un nuevo modelo de vejez activa. Se ha de provocar en las personas mayores significados para vivir, convirtiendo el envejecimiento en una etapa activa, creativa y esperanzada. Toda persona lleva en su interior el deseo profundo de realizar algo que tenga sentido, encontrando valores que motiven su existencia. Tiene sentido vivir y para que vivir.

Lo importante es que el ser humano se prepare para la vejez, si es posible, bastante antes de que llegue el atardecer de la vida. No se trata de “volver a empezar” sino de vivir una nueva relación, con nuevas posibilidades de crecimiento y oportunidades, nuevas cosas con las que dar contenido a lo que hemos sido a lo largo del pasado; y desarrollar actividades que no pudimos hacer antes. No es una falsa ilusión o terrible ironía la posibilidad de seguir creciendo y desarrollándose cuando uno es persona mayor.

En un futuro las personas mayores serán cada vez más, dispondrán de mejor salud, con una atención sanitaria universal; un buen nivel económico y cultural, con un mayor peso en todos los ámbitos, mucho más dinámicas, mejor informadas, con variedades de opciones de ocio y tiempo desocupado. Serán muy distintas a la de hoy.

Las personas mayores si quieren alcanzar una existencia satisfactoria han de ajustarse correctamente al proceso de su envejecimiento en el marco del activismo poniendo en práctica una serie de recomendaciones:

“Permanecer comprometidas en el contexto donde se encuentran; ocupar su tiempo desocupado en nuevas actividades, evitando caer en la inadaptación y en la marginación; tener presente ideales en su existencia para llevarlos a la práctica en las nuevas circunstancias impuestas por la edad avanzada; conservar en lo posible las relaciones sociales anteriores y en su defecto sustituirlas; prestar atención a la formación continua y perfeccionamiento humano y espiritual; flexibilizar criterios con apertura a los nuevos tiempos, huyendo del conservadurismo, apatía e inercia”

Julián Marías decía que “el envejecimiento es el lado soleado de la vida, de manera que sea fecundo y estimulante residir en el”.



Enrique Pozón Lobato,
Profesor del Aula de Mayores de la Universidad de Málaga