viernes, 27 de agosto de 2010

LA VENTANA DEL MAYOR . (36)

LA PROMOCIÓN DEL VOLUNTARIADO DE LAS PERSONAS MAYORES

Nos encontramos con un importante colectivo de población, con unos niveles económicos aceptables, sin los problemas de salud de antaño, y con 15 o 20 años por delante, después de la jubilación, que se encuentran socialmente marginados y desplazados, pero disponiendo de amplios conocimientos y experiencia. Su participación puede ser muy útil.

Y sin embargo las personas mayores no tienen un papel específico en la sociedad. Prima el modelo juvenil y todo lo que venga de la tercera edad es rechazado. Como declaraba hace ya algún tiempo el presidente de los geriatras y gerontólogos españoles el doctor Guillen: “En una sociedad en la que prima el poder y la belleza, los ancianos no tienen sitio”.

La situación puede ser especialmente problemática cuando se produce la jubilación, ya que al abandonar el trabajo, se produce un vacío que debe ser llenado y adaptarse a una serie de rutinas que en parte se desconoce, y que en muchas ocasiones produce importantes problemas psicológicos, que afectan a su salud y calidad de vida.

Por ello, es fundamental realizar actividades, que faciliten las relaciones, romper el aislamiento, el encerrarse en sí mismo. Se logrará sentirse vivo en el mundo, mediante el contacto con los otros.

Hasta fechas muy recientes, las asociaciones relacionadas con las personas mayores sólo se ocupaban de la asistencia a este colectivo, mostrando una falta de interés por incorporarlos como voluntarios, en actividades de participación.

Sin embargo, en la actualidad, cada vez más, interesa el voluntariado, no sólo para que el mayor sea protagonistas de su propio desarrollo, sino por la enorme cantera de recursos humanos que puede aportar, con una amplia disponibilidad horaria, cubriendo tareas donde es difícil encontrar otro tipo de voluntarios.

La incorporación como voluntarios de las personas mayores supone importantes ventajas, al concienciar a la población de la importancia de las personas mayores, logrando una mejora de su papel e imagen social, difundiendo al mismo tiempo los valores de solidaridad y de voluntariado. Además con su participación en tareas voluntarias de carácter humanitario e interés social, se romperá con las ideas de inactividad e inutilidad que a menudo surgen en estas personas, logrando que se sientan útiles e integrados en el medio, previniendo riesgos de marginación social y de deterioro fisiológico.

No podemos olvidar, que diversos estudios parecen demostrar que el adecuado empleo del ocio de las personas mayores, influye sobre la percepción de satisfacción en la vida. Hay una fuerte relación entre voluntariado y satisfacción en la vida.
No obstante, no es nada fácil implicar a las personas mayores en organizaciones y labores de voluntariado. Tradicionalmente la jubilación esta asociada a pasividad. Ya se han realizado suficientes cosas en la vida, por lo que el mayor considera que debe ser receptor de servicios, más que prestador.

Las personas mayores no tienen entre su experiencia de vida el voluntariado, y para ellos es algo que no va con su “estilo de vida”, no hecho para ellos, sino para personas jóvenes con un alto grado de sacrificio y compromiso. Entre sus alternativas de ocio, el voluntariado, para la mayoría es algo lejano e impensable. La participación social es, en principio, algo que se plantea sólo una minoría, aunque si se orienta como una forma de ser útil, o de sentir que no se está acabado, y de poder aportar la experiencia, la base de potenciales voluntarios aumenta considerablemente.

Sin embargo, si realizamos el planteamiento como una fórmula donde pueden aportar su experiencia, donde les sea reconocido su valor y sus capacidades y al mismo tiempo puedan desarrollar relaciones que les hagan salir de su aislamiento y de ese sentimiento de exclusión, es posible que nos encontremos con la sorpresa, de que un número mucho mayor del que en principio podíamos esperar, estaría dispuesto a participar como voluntario. Participar no es únicamente cumplir con un deber de solidaridad con la sociedad, sino un modo de no sentirse al margen, de no sentirse viejo o que uno ya no vale nada. Por ello, el mensaje para captar personas mayores debe transmitir la idea de la organización como un marco en el que se reconoce y valora la experiencia de las personas mayores. Se trataría de apelar a lo útil, a las potencialidades, o sea, al saber y experiencia de los mayores.

Como ejemplos, entre otras muchas alternativas, podríamos destacar como posibles actividades del voluntariado de las personas mayores:

La enseñanza de su experiencia en colectivos jóvenes: De este modo se ponen los conocimientos y capacidades de las personas mayores a disposición de colectivos infantiles y juveniles.

La captación de otras personas mayores: Participando en las campañas de captación de personas mayores, transmitirán a éstos un modelo a seguir, haciendo más fácil su compromiso como voluntario.

Actividades en centros de personas mayores: Promoviendo en estos centros participación de sus miembros en actividades que dinamicen a este colectivo, fomentando la solidaridad.

Proyectos con personas del mismo colectivo: Organizar mediante la cooperación de voluntarios una red de ofertas de pequeñas colaboraciones domésticas, en régimen de intercambio entre las personas mayores del mismo barrio, ayuda a domicilio, etc.

Abuelos sustitutos: Recuperar un espacio relacional propio de las personas mayores, que es la relación abuelo-nieto, mediante el cuidado de niños cuyos padres trabajan fuera del hogar y que deben permanecer solos durante espacios de tiempo.

Oficinas de información y atención a las personas mayores: Atender al colectivo de personas mayores de un determinado barrio o zona, informándoles sobre cualquier tema de interés, facilitando su acceso a los recursos disponibles y a todas aquéllas ofertas de servicios personales que tengan en su zona y puedan ser de su interés.

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