jueves, 14 de abril de 2011

LA VENTANA DEL MAYOR (56)

EL PARADIGMA DEL ENVEJECIMIETO ACTIVO Y LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN (III PARTE)



La soledad, una de las consecuencias sociales de crecer envejeciendo. A esta situación dedica la maestra y escritora Isabel Agüera su artículo “ESCENARIOS DE SOLEDAD” publicado en OPINIÓN DEL DIARIO CORDOBA.

“Octogenario, cargado de dolores e impotencias, vivía solo en casa de vecinos de un viejo barrio, él. Cada mañana, en invierno y verano, doblado sobre un arcaico bastón, salía cada día. En idénticas condiciones, ella, arrastrando un carrito andador, lo más aseada que alcanzaban sus menguadas capacidades, también salía. Ambos tenían como fin un destino común: la Caja de Ahorros del barrio. Allí, sentados, con el beneplácito del personal, pasaban las horas uno junto al otro en silencio, viviendo en complicidad el aire acondicionado en los rigores del verano y la calefacción en los helados inviernos. El un día faltó. Ella, limpiándose los ojos con un pañuelo amarillento, repetía: Se ha muerto; ha sido de pronto. Y a partir de aquel día, ella, a rastras con su andador, llegaba puntual y, entre sus manos, sin fallar ni un solo día, una florerilla cualquiera que colocaba en la silla vacía de él y por su mente un solo pensamiento: ¿Quién se encargaría de que no faltara la flor cuando ella se fuera? Plazas, jardines, y a veces, una Caja de Ahorros, escenarios elegidos por los ancianos para rastrear en el silencio de árboles, pájaros, flores, fuentes- una vida silenciada por los años pero que, como cálido rescoldo, avientan con el único soplo que les queda: el recuerdo de lo que fue. ¡Cuánta soledad cerca de nosotros! Rozando nuestros pasos, que caminan siempre en imparables urgencias, están ellos, con sus achaques, recuerdos, dolores, rigores, con sus problemas también y sobre todo con su tremenda soledad, pocas veces entendida y pocas veces remediada por los que, en mejores condiciones, nos creemos el ombligo del mundo. Próximas las Navidades, tiempo de nostalgias infinitas, hagamos de nuestros hogares escenarios privilegiados para nuestros mayores. Ellos lo dieron todo. Devolvámosles, al menos por una noche, amor y compañía”.


La realidad descrita nos impulso a “dialogar”, escribiendo “EXPERIENCIAS DE LA SOLEDAD” en el mismo medio de comunicación. Presentamos su contenido.

“La soledad surge de la tendencia de todo ser humano a compartir su existencia con otros. Si esto no se logra, surgen sensaciones de estar incompleto. En la soledad el ser humano añora la fusión con otra u otras personas y desea comunicación para subsistir. La soledad se manifiesta por una sensación de vacío y de falta de algo que se necesita. La vejez es uno de esos momentos en los que más fácilmente se puede experimentar la soledad. Aparece cuando una persona busca a alguien y descubre que nadie está disponible para ella, que nadie satisface sus necesidades de cualquier naturaleza, que nadie se ocupa de ella en un sentido singular y profundo, que a nadie importa directa y verdaderamente, o que no hay nadie buscándola o esperándola. Soledad es el convencimiento de estar excluido, de no tener acceso, quién sabe por qué, a ese mundo de interacciones, de contactos tiernos y profundos”. La soledad de los mayores es una de esas situaciones de vulnerabilidad, marginación y posible exclusión, en la que viven un numeroso grupo de personas mayores que difícilmente elevarán el grito y exigirán la satisfacción de sus necesidades debido a la fragilidad en que se encuentran. Haciendo mención al artículo de referencia “ESCENARIOS DE SOLEDAD”, es la defunción del cónyuge, la viudedad, el principal desencadenante del sentimiento de soledad en las edades avanzadas. Tras varias décadas desaparece de pronto la compañía y la afectividad que hasta entonces venía proporcionando la figura conyugal, dando pie a problemas personales de adaptación que puede llegar a una importante desilusión por la propia vida”.

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