La promoción del voluntariado social de las personas mayores
Junto a
importantes cambios cuantitativos que nos llevan a contar con un
numeroso colectivo de población mayor, se han producido unos cambios cualitativos
importantes. En una sociedad con avances tecnológicos, las personas
mayores han perdido su papel. La sociedad actual no recoge para las personas
mayores un papel especifico, ya que prima el modelo juvenil. Todo lo que venga
de la tercera edad es rechazado. Hace ya algún tiempo el presidente de
los geriatras y gerontólogos españoles el doctor Guillen declaraba: “En una sociedad en la que
prima el poder y la belleza, las personas mayores no tienen sitio”.
La situación puede ser especialmente
problemática cuando se produce la jubilación, ya que al abandonar el trabajo se
produce un vacío que debe ser llenado.
Tradicionalmente la jubilación esta asociada a pasividad, ha haber
realizado ya suficientes cosas en la vida, en definitiva a ser receptor de
servicios, más que prestador. Sin embargo, esta pasividad de las personas
mayores, puede ser en parte superada a través de
actividades que tratan de romper el aislamiento, el encerrarse en sí
mismo: “hay que hacer cosas para no sentirse viejo”.
Nos
encontramos con un importante colectivo de población, en plenitud de
facultades físicas y mentales, sin los problemas de
salud de antaño, con unos niveles económicos aceptables, con 15 o 20 años más de media de vida después de la
jubilación, con capacidad y los conocimientos que han proporcionado bastantes años de
experiencia vividas, y que cuentan con una gran
cantidad de tiempo desocupado. Sin embargo se encuentran socialmente
marginados y desplazados.
Cuando tenemos ganas de seguir de
manera activa en la vida de la sociedad, pocas cosas hay tan gratificantes como
la oportunidad de ayudar a otras personas
a través de la participación como voluntarios. El
voluntariado contribuye a mejorar la calidad de vida de muchas personas y crea
redes de solidaridad que fortalecen las sociedades. Además, no sirve sólo a las
personas a las que va dirigida la acción voluntaria. El Voluntariado es también
un “lugar de encuentro”, facilita la relación con otras personas con las que se
comparten intereses e inquietudes, favorece el contacto intergeneracional,
permite conocer otras realidades y enriquece, en suma, nuestra percepción del
mundo que nos rodea.
Son muy diversas las posibilidades de
participación como voluntario, en ámbitos diferentes como el social, el
cultural, el deportivo o la cooperación internacional, y en acciones que van
desde las tareas de apoyo administrativo a la labor directa con otras personas.
Son numerosas las personas mayores que dedican unas horas cada día o cada
semana a causas altruistas. Asociaciones y entidades sociales encuentran en los
mayores el apoyo que necesitan para llevar adelante sus proyectos. Muchas
personas, de todas las edades, tienen la oportunidad de recibir de voluntarios
mayores una ayuda que les hace la vida más fácil, más agradable y más rica.
.
Hasta fechas
muy recientes, las asociaciones sólo se ocupaban de la asistencia a las
personas mayores, e incluso mostraban una falta de interés por incorporarlas
como voluntarios. Se consideraba que las personas mayores no tienen entre su
experiencia de vida el voluntariado, y para este colectivo es algo que no va
con su “estilo de vida”, no hecho para ellos, sino para personas jóvenes
con un alto grado de sacrificio y compromiso. Entre sus alternativas de
ocio, el voluntariado, para la mayoría es algo lejano e impensable. La
participación social es, en principio, algo que se plantea sólo una minoría,
aunque si se orienta como una forma de ser útil, o de sentir que no se está acabado,
y de poder aportar la experiencia, la base de potenciales voluntarios aumenta
considerablemente.
Pero participar no
es únicamente cumplir con un deber de solidaridad con la sociedad, sino un modo
de no sentirse al margen, de no sentirse viejo o que uno ya no vale nada.
Por ello, el mensaje para captar personas mayores debe transmitir la idea de la
organización como un marco en el que se reconoce y valora la experiencia de las
personas mayores. Se trataría de apelar a lo útil, a las potencialidades,
o sea, al saber y experiencia de los mayores.
En la
actualidad, cada vez más, estas asociaciones se interesan por hacer participar
activamente las personas mayores, no
sólo como protagonistas de su propio desarrollo, sino como enorme cantera de
recursos humanos, con una amplia disponibilidad de tiempo, que puede cubrir
horarios y tareas donde es difícil encontrar otro tipo de voluntarios. La
disposición a participar existe, siempre que se lance el mensaje adecuado, ya
que nos encontramos con un colectivo que es difícil de este paso por sí mismo
No podemos olvidar, que diversos estudios han demostrado una fuerte relación
entre voluntariado y satisfacción en la vida.
Es de esperar que en los próximos años
se produzca un aumento de la participación de las personas mayores como
voluntarios. Administraciones y asociaciones están empeñadas en la
tarea. Así, por ejemplo, el Plan Gerontológico entre otros objetivos
dedicados a la participación de las personas mayores propone: “Motivar a las
personas mayores tanto a nivel individual como grupal (hogares, asociaciones,
residencias etc.) para su participación voluntaria en el desarrollo de
Programas y prestación de servicios sociales” o bien “fomentar la
participación social y política de las personas mayores”
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