domingo, 30 de septiembre de 2012

LA VENTANA DEL MAYOR (111)

La espiritualidad en el envejecimiento


El envejecer es un proceso del desarrollo humano al que es necesario adaptarse. La vejez supone para la persona mayor desafíos, logros y frustraciones, dificultades, debilitamiento físico progresivo, la pérdida de seres queridos, y la muerte. Hay alegrías y penas, conflicto y soluciones, conquistas y derrotas, sufrimiento. Para hacer frente a estas situaciones  se dispone de una serie de recursos, uno de los cuales  es la espiritualidad, entendiéndose como tal el conjunto de creencias y prácticas basadas en la convicción de que existe una dimensión no física, de la vida. Un significado último que orienta la conducta y da seguridad, una fuerza última, trascendente y sagrada, que da  sentido a nuestra existencia. La espiritualidad  va más allá de pertenecer a una corriente  religiosa específica, no se restringe a espacios predeterminados  como la iglesia, ni a tiempos  preestablecidos como los de un culto religioso, sino que puede sentirse en cualquier momento y lugar. Cumple la misión de la religión pero sin instituciones.


La concepción que las personas mayores tengan acerca de lo  que hay más allá de la muerte o las respuestas que se  hayan dado a las preguntas de por qué y para qué de la vida, dan origen a muchas conductas, sentimientos, y pensamientos que pueden resultar de particular apoyo en la etapa final de la vida, a la vez que son los criterios centrales en la evaluación de la propia vida. La espiritualidad se considera  dimensión humana como cualquier otra y las personas mayores que la incorporan a su vida diaria  encuentran beneficios que tienen que ver con la longevidad, el enfrentamiento a la muerte y la satisfacción vital. Asimismo, los mayores que tienden a confiarse más en su fe religiosa, tienden a mostrar mucho menos o ningún temor a la muerte. Por estos motivos, se plantea que la espiritualidad puede influir tanto en el bienestar psíquico de las personas mayores como en su proceso de acomodación al envejecimiento. Adaptación a la enfermedad y al sufrimiento. Se asocia con el deseo de vivir, la esperanza y el sentido de continuidad de la vida luego de la muerte física



      Consecuente con estas consideraciones, se está introduciendo en ciertos contextos culturales lo que  se ha denominado el “paradigma de lo espiritual” Atención no solo al cuidado de la exterioridad sino también a su realidad espiritual, a lo invisible del ser humano. Las creencias y experiencias religiosas y espirituales son parte integrante de la personalidad.
           

La espiritualidad  es  pues otro factor del envejecimiento activo que no había sido considerado y cuyo aspecto central trasciende de lo terreno. De hay la importancia de incorporarlo en el buen envejecimiento, asesoramiento y tratamiento de las personas mayores

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