lunes, 7 de julio de 2014

LA VENTANA DEL MAYOR (184)

LAS NECESIDADES  DE LAS PERSONAS MAYORES (II de III)

                 En el Año Internacional de Mayores, (1999), fueron puestos de manifiesto a todos los Estados miembros de la ONU, cuatro principios irrenunciables:

Independencia.   “Acceso   a   la   alimentación,   agua,   vivienda, vestimenta y atención sanitaria adecuada, mediante ingresos, apoyo de las familias y de la comunidad, y autosuficiencia propia;  oportunidad de trabajar o de acceso a otras posibilidades de obtener ingresos; participar en la determinación de cuando y en que medida, dejarán de desempeñar actividades laborales; acceso a programas educativos y de formación, adecuados; tener posibilidad de vivir en entornos seguros y adaptables a sus preferencias personales y sus capacidades de cambio continuo; poder residir en el propio domicilio por tanto tiempo como sea posible.”

Participación. “Poder permanecer integrado en la sociedad, participando activamente en la formulación y  aplicación de las políticas que afecten directamente a su bienestar; y poder compartir sus conocimientos y habilidades con las generaciones más jóvenes; poder buscar y aprovechar oportunidades de prestar servicios a la comunidad y de trabajar como voluntario en puestos apropiados a sus intereses y capacidades; poder formar movimientos o asociaciones de personas mayores”.
                                                          
                                        
Cuidados.  “Poder disfrutar de los cuidados y la protección de la familia y de la comunidad, en conformidad con el sistema de valores culturales de cada sociedad; acceso a servicios de atención de la salud que les ayude a mantener o recuperar un nivel satisfactorio de bienestar físico, mental y emocional, así como prevenir o retrasar la aparición de enfermedades; acceso a los servicios sociales y jurídicos que les aseguren mayores niveles de autonomía, protección y cuidados; acceso a medios apropiados de atención institucional que les proporcionen protección, rehabilitación y estimulo social y mental, en un entorno humano y seguro;  poder disfrutar de sus derechos humanos y libertades fundamentales cuando residan en lugares o instituciones donde se les brinda los cuidados o tratamientos, con pleno respeto de su dignidad, creencias, necesidades e intimidad, así como de su derecho a adoptar decisiones sobre su cuidado y calidad de vida”.

Dignidad. “Poder vivir con dignidad y seguridad;  y verse libres de explotaciones y de malos tratos físicos y mentales; recibir un trato digno, independientemente de la edad, sexo, raza o procedencia étnica, discapacidad u otras condiciones; ser valorados independientemente de su contribución económica”.

En cuanto a la valoración personal de necesidades, por parte de las propios personas mayores,  sus preferencias son: tener buena salud, el 90%  la consideran muy importante; la independencia económica, también, por el 75%; en cuanto a bienes referidos a la organización de la vida cotidiana, de su tiempo libre, tiene una valoración inferior; a partir de los 75 años, suben los porcentajes de los que consideran el “tener el tiempo ocupado” como un valor nada o poco importante; el hecho de “trabajar en algo” , valor distinto al de la ocupación del tiempo libre. En un principio  se considera el trabajo, quizás por lo que supone de pérdida y porque no ha conseguido aun, reajustar su vida y su tiempo a la nueva realidad.

Pero a medida que se sube en la escala de las edades, se considera menos importante, es decir, cuanto más tiempo  haya transcurrido desde la fecha de la jubilación, y por tanto de la pérdida del trabajo; el relacionarse con los demás, aunque en conjunto se considere muy o bastante importante, los porcentajes de baja valoración se encuentra significativamente con la edad: a más edad, menos importancia atribuida a las relaciones sociales y viceversa, pero  casi siempre unido a procesos biológicos de desgaste, aunque pueden influir otras variables.

De la articulación de las necesidades con la edad, se pueden extraer, en definitiva, entre otras, las siguientes conclusiones: “La salud, el dinero y el tener casa propia para vivir, son bienes altamente asociados a una vejez feliz, por todas las  personas mayores; el hecho de estar activos, de relacionarse, de viajar, depende de edad. A más edad se consideran estos bienes menos importantes; la persona mayor vive su realidad como problemática, por la carencia de recursos personales, básicamente. Es menos dramática la realidad vivida como problema, por la carencia de contenido de la vida cotidiana. Es vivida menos ansiosamente, en los últimos años de la vida”.

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