domingo, 7 de septiembre de 2014

LA VENTANA DEL MAYOR (191)





UN NUEVO DISCURSO EXIGENCIAS DE UNA EDUCACIÓN SIN BARRERAS (2 de 7) 

Porque existe la persona se da en ella y solo en ella la educación como quehacer o tema permanente. Desde la educación la persona es un ser inacabado en todos sus aspectos o dimensiones (SACRISTÁN 1982). Desde tal estado tiende a su acabamiento en busca de plenitud. No es un ser “factum” sino “faciendum”. Por eso el hombre siempre es el mismo pero nunca es el mismo. Por razón de “personeidad” es siempre el mismo: por razón de su “personalidad” es siempre distinto (ZUBIRI  1985). El desarrollo humano como un continuo devenir, como “ser haciéndose” exige un aprendizaje permanente para adaptarse a situaciones nuevas a lo largo de la vida, con la necesidad de ciertos ajustes, reorientaciones y abandono de modos anteriores de comportamiento. Persona y educación son, en definitiva, inseparables, siempre que el ser humano al hacerse, opte por lo bueno y valioso, ante la pluralidad  de posibilidades que se le ofrece. Aquí radica el problema de la persona y de la educación. 

La implantación de la educación permanente debe ser respuesta a diferentes retos entre ellos, la redistribución del ciclo vital. Cada vez se está comprimiendo más el “ciclo medio de vida”, entre una educación prolongada en su comienzo (más años de formación inicial) y el periodo de jubilación. Éste se amplia en muchos más años, viéndose incrementado por la perdida de puestos de trabajo antes de la edad establecida. Este reto rompe las barreras convencionales que hasta ahora existen en la educación, lo que obliga a formular políticas activas de formación de capital humano y de bienestar psicológico y social de los individuos. En síntesis, las justificaciones para la implantación de la educación permanente para todos debe basarse en nuevas estrategias: ocuparse del aprendizaje en todas sus formas; no aceptar demarcaciones estrechas entre programas académicos y vocacionales; y tampoco restringir la oportunidad de aprender en las estructuras formales. Hay que evitar en todo caso que la educación permanente sea algo más que una colección caótica y no articulada de estructuras y funciones.

El criterio de la edad es lo que diferencia la Gerontagogía de la Pedagogía. La Gerontagogía (etimológicamente, “geron”, viejo, mayor y “agó” como verbo o ”agogia” como sustantivo, conducir/conducción: significado, “conducir a un viejo”), viene caracterizada  por los siguientes aspectos:

  a).- Se enmarca dentro del ámbito de lo social: conlleva la necesidad de considerar los procesos educativos en contexto determinados, a partir de circunstancias concretas sociales, históricas, culturales y evolutivas.- b).- Hace referencia  al carácter educativo del mayor como un aspecto más de la persona, que en   su     modo  de    ser   y   actuar demanda   las   necesidades   que han de ser interpretadas desde su vertiente personal y social, en conexión con sus intereses y capacidades.- c).-  Herramienta de trabajo que utilizada de manera más o menos innovadora pero siempre adecuada a nuestro ámbito de actuación, permite potenciar y dotar a cada persona de las habilidades necesarias para que pueda desempeñar un papel propio en su contexto, que en muchos casos será transformador y crítico, otras veces, ayudará a la persona a su adecuación al entorno, pero siempre partirá de los diferentes condicionantes que la posicionan en el mismo. De ahí la importancia de adaptar nuestras formas de trabajo, a las necesidades y fines que los mayores plantean..- d).- La actuación del gerontagogo debe enmarcarse desde el paradigma crítico, facilitando procesos de adaptación que permitan a las personas desenvolverse lo más consecuentemente posible en su entorno, facilitándole, ante todo, nuevos modos de afrontar determinados conflictos. (CONTINUARÁ)

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