domingo, 26 de junio de 2016

LA VENTANA DEL MAYOR (262)

LA MEDIACIÓN Y LAS PERSONAS MAYORES

La mayoría de las personas mayores, disfrutan de una buena salud y lejos de ser una carga, pueden y deben considerarse activos de gran valor para la sociedad e integrarse en los procesos de participación y búsqueda de soluciones, aportando conocimientos, experiencias y perspectivas de las que no disponen otras generaciones. 
El vivir más y mejor ha dado lugar a un nuevo escenario familiar donde, surgen nuevos conflictos ocasionados por la convivencia entre generaciones distintas, con valores e intereses diferentes y que ponen en peligro la armonía familiar, así como  la forma de considerar la vejez y la percepción que las personas mayores tienen de su propia imagen. Urge cambiar las ideas sobre la vejez, como decaimiento físico con imposibilidad de tomar decisiones e  introducir un cambio de mentalidad entre la población de lo que significa ser una persona mayor, para que sigan decidiendo sobre sus vidas, con independencia de su edad y no sea un grupo vulnerable y susceptible de abusos por parte de los hijos, nueras o yernos. No debemos perder de vista la realidad de desamparo cuando no se dan las circunstancias de mutuo respeto y cariño con sus familiares. 

Históricamente, la responsabilidad de hacerse cargo de las personas mayores recaía en la familia. Por diversas causas hoy no es así; y las administraciones no suplen esta función. Es difícil de entender que los padres no reciban razones suficientes de sus hijos para sentirse tranquilos respecto a su futuro. Frases como «mis hermanos son unos egoístas, no hay derecho que sea yo sola la que se ocupe de nuestra madre; o mi padre está bien pero, con la edad que tiene, ¿cómo le vamos a dejar vivir solo? les pueden resultar familiares. En este tipo de contextos, los servicios de mediación que se han mostrado tan efectivos a la hora de resolver problemas de pareja, comienzan a utilizarse con éxito a la hora de abordar conflictos de relación entre hijos adultos y sus padres mayores. Es importante resaltar que se trata de un mecanismo donde las propias partes acuden voluntariamente a un profesional de la mediación que las ayuda a que encuentren por sí mismas la solución. 

Después de una larga experiencia de mediación en separaciones y divorcios, la Fundación Atyme  puso en marcha el Programa de Mediación Intergeneracional dirigido a la tercera edad. Pese a las dificultades, la mediación se ha convertido en un recurso especialmente valioso en el ámbito de las personas mayores, superando el paternalismo bien intencionado, derivado de las ideas preconcebidas de la vejez, que impide que las personas mayores expresen su opinión. Pueden acudir a estos programas los que tengan problemas ante las diferentes opiniones de varios miembros de la familia sobre cómo atender a los padres mayores;  desacuerdos a la hora de respetar la decisión de los padres mayores; problemas de los hijos relativos a las decisiones que toma uno de los padres respecto al cuidado del otro padre o madre: dificultades respecto a normas de convivencia de hijos que regresan al hogar de sus padres como consecuencia de la crisis económica o por una situación de divorcio.

Fuente: Servicios Centrales de Imserso. Fundación ATYME

domingo, 5 de junio de 2016

LA VENTANA DEL MAYOR (261)

¿SON FELICES LAS PERSONAS MAYORES?

La felicidad subjetiva mejora y va aumentando conforme envejecemos. La vejez no sólo trae consigo achaques: también felicidad. No es envejecer lo que resta felicidad, sino las circunstancias que se asocian al envejecimiento. Cuando se es mayor, se experimentan emociones con la misma intensidad que cuando se es joven y los mayores sienten emociones positivas con igual frecuencia que la gente más joven. Existe  más expresión de “felicidad”, “gratitud”, “contento” que de “frustración”, “tristeza” o “rabia”. Una mayor complejidad y riqueza emocional, mejorando el manejo adecuado de los afectos. Una mayor “madurez” afectiva.

En el fenómeno del envejecimiento miramos sólo la parte biológica. Pensamos que a partir de una determinada edad nos espera la dependencia, el declive, el deterioro, Envejecer no es visto como una etapa natural de nuestro ciclo vital que tiene sus particularidades, sus peculiaridades, sus posibilidades de desarrollo y crecimiento humano, no es una etapa de involución. Se tienen achaques, y  la enfermedad acecha, pero en términos de felicidad, tenemos una común y equivocada creencia, que los días más felices de la vida de las personas se producen cuando se es joven. Pero las personas mayores disponen de estrategias cognitivas y emocionales para afrontar la vida, a pesar de que, biológicamente, se haya entrado en la decadencia física. A medida que nos hacemos mayores, buscamos recursos para ser lo más felices posible y adaptarnos a las nuevas circunstancias.  Se trata de una actitud vital y positiva ante nuestra propia vida, dando valor a cada cosa, en definitiva, conseguir sentirse vivo


La experiencia adquirida a lo largo de los años facilita la adaptación a las  condiciones que impone la edad. Las personas mayores conocen cómo actuar utilizando destrezas y habilidades que ayuden a superar los vaivenes de la vida. Una persona será más o menos feliz en función de sus circunstancias, sus condiciones de vida y su personalidad, que también ocupa  un lugar destacado. Ser optimista es la mejor vacuna contra la depresión, se cuidan más y siguen mejores hábitos de salud, ya que se alimentan de forma más adecuada y hacen más ejercicio Evidentemente, la salud y la autonomía son importantes; una condición física buena ayuda a sentirse más dinámico y anímicamente más alegre y vital. Aquellos mayores que no sufren de depresión, que cuentan con apoyo familiar y que pueden ejercer su actividad diaria sin depender de otros, están más satisfechos con su vida. Promover la felicidad de los mayores beneficiará su salud  y por ende a toda la sociedad. Las personas felices no solo disfrutan más de la vida, sino que además tienen menos posibilidades de morir en los próximos años si su estado anímico es positivo. Diversos estudios sobre la longevidad han demostrado que felicidad y longevidad están estrechamente relacionadas.

LA VENTANA DEL MAYOR (260)

LA EDAD DEL PENSAMIENTO


Sólo unos pocos se atreven a pensar en la necesidad de pensar. ¿Por qué parece normal darnos todo pensado y considerar  como bueno la repetición de lo que otros dijeron, o escribieron? ¿Qué trámites hay que cumplimentar para adquirir  el estatus de pensador por cuenta propia? ¿Como construir un súper de pensamiento casero? La filosofía no es más que el catálogo de respuestas que, los que no tienen nada que hacer, se empeñan en ofrecer a quienes no tienen tiempo de escucharlas. Se considera  artífices del pensamiento a aquellos que jamás solucionaron un problema del hombre de la calle, pero que fueron capaces de escribir un libro para explicarlo.Categorías: CulturaEducaciónEspiritualidadfeatured

¿Condiciona la edad el pensamiento? A una persona mayor la retiran de aquellas funciones que necesitan rapidez de reflejos físicos, circunstancia que puede hacer pensar que también deja de ser útil en la parcela donde se cultivan las ideas. Nada más lejos de la realidad. Lo único que cambia en los mayores son los estímulos mentales que propician una visión u otra, del mundo que los rodea. En la juventud,  todos se esfuerzan por seguir los patrones reinantes en ese momento. En la madurez profunda,  es cuando el mayor se libera de lo oficialmente correcto y, por tanto obligatorio.



         En cambio, en la vejez se percatan de que todo es tan veloz, que sus grandes esfuerzos se dedican a seleccionar sólo unas pocas de las múltiples ofertas que pasan por delante de sus ojos, para poder disfrutarlas. Es pues preciso racionalizar la serenidad, que es la consecuencia de la aceptación consciente de los propios límites. Tal vez este objetivo sea de los pocos que justifiquen el protagonismo de la razón sobre la pasión. Lo que sólo se puede hacer teniendo el valor de mirarse en el espejo y esbozando una sonrisa al constatar que la distancia existente entre lo que uno se piensa y lo que es en realidad, es más amplia cada día.  En el trabajo, en el éxito, en la familia, en las relaciones sociales, incluso en las creencias religiosas.
El pensamiento se hace mayor, lo que no necesariamente significa más sabio.